29 jun 2007



Pensándolo bien...




Tengo tantas ganas de decírtelo pero no se cómo. Cuando te veo mi vida tiembla entera. Ahora que estoy tan lleno de confianza y que siento que tengo los caminos abiertos de par en par me topo contigo. Te veo venir a la puerta emocionado como un niño para verme y mi mundo se centra en ti. Los negocios se acaban, las llamadas se ignoran y los compromisos se posponen. Todas las ventanas se cierran excepto la tuya. Observarte apresurar tus piernas cansadas y tensas para dar pasitos que apenas separan tus pies del piso y que haces que te lleven a la puerta lo más rápido posible para encontrarte conmigo, literalmente me mata. Me hace pedazos. Esa emoción que sientes y no me dices pero que yo te robo viéndote a escondidas por la ventana cada vez que toco el timbre de tu casa, hace que yo recuerde la misma que yo te dejaba saber cuando despertabas temprano como siempre, a las cinco de la mañana, y yo ya estaba en tu cama dormido al lado de ti, pegado a ti después de haberme arriesgado a dar un azotón y asustar tu sueño cuando bajaba casi de cabeza de mi cuna (estratégicamente colocada ahí para tenerme tranquilo) para después subirme a tu cama y tenerte cerca, cerciorarme que respirabas y acompañarte en tu sueño que pareciera siempre el mismo.


Tengo ganas de decírtelo pero no se cómo. Es más, no se si decírtelo. No quiero que se interprete distinto a lo que siento exactamente. Hace tiempo que te veo apático. Ya no te gusta estar aquí. Apenas disfrutas algo o por lo menos apenas demuestras el gusto por algo. Tu herramienta de vida que fuera la visión se terminó y eso ha hecho que te apagues como una vela corta de oxígeno, poco a poco. Las siluetas que percibes significan fantasmas para ti en vez de ilusiones. Preferirías ya no ver nada, que tu mundo oscureciera para siempre y no acordarte que algún día disfrutaste tanto viendo, haciendo y seleccionando colores, los que fueran tu vida entera. Tu respiración cada vez es más complicada e interrumpida: Inhalaciones cortas y exhalaciones en dos o tres tiempos como si quisieras apenas lo necesario en tus pulmones y nada más. Tu cuerpo cada vez más curvado y tenso. Si te viera tu hermano Toño no estaría nada contento "Cada vez que estés jorobado acuérdate de mí" me decía aludiendo a sus complicaciones de vértebras y cerciorándose que no siguiera sus pasos. Tus rodillas ya están cansadas de cargarte. Te ayudo a sentarte y te pongo de pie y me lo agradeces pero no te gusta. Las primeras veces solías disculparte diciendo cosas como "quién me iba a ver ahora siendo ayudado por ti" fingiendo desconocer la vida y sus crueles vueltas. De la misma forma yo te respondía fingiendo no percibir cuánto te duele no ser el mismo y así los dos juntos fingíamos y nos reíamos fingidamente de la situación. Ahora ya no me dices nada y dejas que te ayude en todo. A ninguno de los dos nos gusta. La bella interacción de viejo y joven que a tantos enriquece a nosotros nos mueve todo, y es que en muchas cosas somos iguales, por genes, por experiencias, por amor.

Estoy considerando el no decirte. No quiero que sepas nunca. Ni en este mundo, ni cuando tus pies ya no te sean necesarios por estar volando arriba de nosotros y estés viendo las flores y colores que tanto te gustan otra vez. No quiero que sepas que ya no te quiero ver sufrir. No quiero que malinterpretes y te vayas molesto, esto es una rara combinación de pensar y sentir que no se transmitir. No eres necesario pero en la mejor de las formas. No te hagas el fuerte ni fingas verme a los ojos. No pretendas mover la silla y acompañarme a la puerta cuando me voy sin que me de cuenta la travesía que es para ti lograrlo. No te pares en la puerta y simules vigilar mi partida aunque no puedas ver. No eres necesario en mi vida, ya me has enseñado todo. Bájame de tu lomo, ya no quiero jugar al caballito contigo. Lo que soy es por ti y tu enseñanza tácita de tantos años. Ahora afloja y dime que no ves. Que necesitas un abrazo. Que cuando te peino te gusta. Que te lleve de cenar. Que te lea. Que te platique. Que me acerque a ti por que tu voz ya es muy baja. Que te parta la comida. Que cuide que no te ensucies. Dime que ahora yo soy necesario para ti que no tiene nada de malo. Dímelo pero no en mis sueños. No me digas que tienes miedo de morirte cuando yo estoy dormido pensándote. Cuando quieras irte vete tranquilo. Mátame de dolor pero vete tranquilo que aquí te voy a pensar y vivir. Aquí te voy a llorar como ahorita lo hago. Aquí te voy a grabar en mi piel y vas a vivir conmigo y los míos. Prometo hablar de ti. No vas a ser olvidado nunca.

Ya lo pensé y no quiero que sepas nunca. No quiero que te vayas nunca.

26 jun 2007

Querida TU...

Esta es una carta de disculpas en avanzada. Prometo no caer en la estúpida actitud de la excusa o justificación. Estoy consciente que lo que he hecho no es justo para ti. Las cosas pasan por algo dirían por ahí, pero en este caso la verdad es que no he sido equitativo. Normalmente lo soy. Y tu, con lo bien que me conoces, sabes bien. Es por eso que me quema el remordimiento, por que se que te duele.

Nuestra historia es muy larga. Aunque he tenido mis experiencias por un lado, siempre me he refugiado en ti durante ellas, a veces más a veces menos pero nunca recibí reproches de tu parte. Gracias te digo ahora en caso de que antes no hubiera tenido la cortesía. Sucede algo curioso. En esos ratos donde sabías que alguien más existía y yo perdía mi tiempo a ratos sin ti, el peso de la culpa no era el mismo que ahora. Ahora que estoy más cerca de ti, desde hace ya tres años o más, me siento peor. Mi actuar ahora es distinto y lo peor de todo es que resulta que quien me ha consolado incondicionalmente desde que tengo memoria sufre de mi parte una Traición con té mayúscula. Una vez más: Me conoces. Sabes que la traición es algo que me mueve todo: el Corazón donde lo traiga y la Mente que tanto me rige. Para mí resulta lo peor. Ahora: ¿cómo explicar lo que te hago? Se que la cabeza te va a dar vueltas y si tienes algo de razón no te va a alcanzar para entenderlo. Nadie lo entendería carajo! Imbécil es el que hace lo que no quiere recibir (diría la canción: Cada uno da lo que recibe, luego recibe lo que da...). Estoy sufriendo por mi desagradecida actitud, se que te duele.

No se me olvida quiero que sepas. Siempre tengo presente cómo siempre hasta la fecha estás conmigo justo cuando lo necesito. Es más, sospecho que me estás viendo mientras te escribo esta penosa carta. Contigo me refugio cuando a nadie quiero ver. Contigo me refugio cuando nadie me quiere ver (es lo más halagador), y tu me recibes siempre en donde estés o me visitas siempre en donde yo esté. A veces pienso que estamos siempre en el mismo lugar. Tu como cazándome, al acecho de mis bajones y malos ratos. Basta con que te piense solamente y llegas a consolarme sin palabras. No se cómo lo hagas. Siempre he dudado pero nunca te he preguntado. Me gusta ese misterio que existe entre nosotros y además no suelo hablar cuando estamos juntos. Cuando en ocasiones lo hago no te cuestiono, solo quiero que me escuches sin molestarte. Te canto de vez en cuando, solo cuando se que quieres. Nos conocemos tanto que no necesito oírte pedírmelo. No me sueles hablar tampoco y me encanta. Nos conocemos tanto que sabes que no me gusta escucharte. Tu voz se parece a la mía y en esos momentos en los que me refugio en ti sabes que no quiero escuchar ni tu voz, ni la mía, ni la de nadie. Mucho menos discutir. Solo quiero pensar y disfrutarte entera, así como te me entregas. Me encanta tu compañía y lo sabes bien. Por eso, esto que te hago, más que afectarte a ti solamente me mata a mí. Se que te duele.

Pero es hora de dejarte y que me dejes. No se si te comparto con alguien más. No quiero saber, mucho menos preguntar. Me preocupa abandonarte. La gente murmura cosas de ti muy frecuentemente. La mayoría no son buenas. No les gustas sino todo lo contrario (bola de imbéciles). No quiero que estés sola pero mi metamorfosis es implacable y sin dirección clara. No se a donde voy pero, ahora mismo, en esta racha, no te quiero junto a mí. No se si me estoy volviendo como esos que hablan mal de ti. No se nada, repito, no se a donde voy. Solo se que por ahora no te quiero a mi lado. Si te pienso no vengas. No me aceches. No me pienses tú. No me pidas que te cante, te lea o nos fumemos un puro juntos. Quiero a alguien más. Se que no me vas a preguntar pero te lo digo de una vez: No se a quién, solo se a quién no. Déjame salir de tus alcances. Déjame conocerla y decidir. No es que te culpe que de mis relaciones anteriores no se haga una. Pero siempre has estado ahí, rondándome. Sin causar problema pero rondándome. Ahora, creo que la solución es que, desde antes, no te sienta conmigo, no te sepa conmigo. Sentirme verdaderamente olvidado, solo y sin esa garantía de ayuda que significas para mí. Gracias Soledad. Gracias soledad. Gracias por todo pero te dejo. Con todo mi pesar. Aunque se que te duele.

25 jun 2007

Mis luchas y "luchitas"...

Me doblo de la risa con frecuencia últimamente. Estos recientes alcances de mi personalidad me fascinan aunque también me asustan. Debe ser la novedad. No cualquiera se vuelve hijo de puta como si nada. Cosa distinta es cuando alguien nace hijito de puta y se vuelve hijazo de puta con la vida. Ahí la transformación o perfeccionamiento sí debe ser sutil y falto de notoriedad. En mi caso y en el caso contrario en el que dejan de ser hijos de puta los que así nacen para convertirse en benévolos, es verdaderamente cicatriz de vida. La cual yo encuentro realmente interesante.
Existen rachas... bueno, en mi caso existen rachas. No me extraña por que soy un hombre de esos, Rachero de corazón. No se si por convicción o naturaleza, pero racherazo para todo. A veces pienso que esa es la razón por la cual no he podido encontrar mi media naranja real (sin dependencias patológicas o cuasi patológicas por lo menos), y la misma razón en ocasiones le achaco a mis excelentes relaciones amistosas (las que son). Siempre hay una sorpresa para todos. Bueno, eso pienso, capaz que estoy equivocado... pensándolo bien: yo creo sí estoy equivocado. Nada más me hago a la idea de lo que me gusta. Estoy suponiendo solamente.

-Me vas a invitar a dormir?- Me dice con cara de coqueta, tanta que me da desconfianza.

-Yo? No.- Los novatos en esto de la hijoputeada tendemos a tener nuestros momentos de especial sensibilidad a lo que José Grillo dicta en automático, a veces.

-Aaaay, por qué no?

-Por queee... cómo le vas a hacer? Tus papás? Tu "fiancé"?- Me puse nervioso y seguía sensible pero ya para ese momento me daba cuenta. Había que repararlo y portarme como el cabrón que por el momento represento! Carajo!

-Eso yo lo veo y me encargo.- Me dijo antes de poder reparar mi falla anterior, pero esta vez ya nada me paraba: Romper el Hijoputómetro (como dice Pedro Juan) era mi tarea.


-Si? Pues yo no te voy a invitar. Si quieres tu convencerme a mí, adelante.-Nótese que esta frase la dije con tono de: mira amiga, te estoy haciendo el favor (A final de cuentas tenía que posicionarme de vuelta, qué no?).

-Bueno, a ver cómo pero yo me subo a tu coche y dormimos juntos, no se cómo le vaya a hacer.-

-Es, tu, pen, do.- Y me despedí.


24 horas después, más o menos...

*El hijito de puta, osea este interlocutor, está más filoso que nunca y ya medio sabroso con unos rones encima*


- Ya? Nos vamos?- Le digo directo cuando nos "encontramos casualmente" en el bar de siempre (Debido a mi estado traía al cabrón hijazo de puta reforzado).

-Sí. Ya- Creo que empezó a contestar antes que terminara yo mi pregunta. No se si por ganosa ella o por que mi cara trasmitiera tal lujuria en ese momento que por lo tanto era estúpidamente obvia la cuestión que saldría de mi boca y no había necesidad de esperarme a terminar mi ladrido.

-Pues ya. Te espero afuera.- Solo me faltó agregar el "pero de Ipso Facto" y tronarle los dedos. De plano en ese momento no se asomaba el sensible. Pepe Grillo estaba o dormido a esas horas o ahogado ya con los rones.

Empezó la lucha. Ting ting ting... A dos de tres caídas y sin límite de tiempooo. Fue necesaria la tercera y aunque seguramente existió un ganador, no fue muy claro el resultado. Fue una lucha a morir y sin descanso como han sido con este contrincante. Cada encuentro en el cuadrilátero se ha vuelto más y más técnico, seguramente por eso se ha vuelto interesante. Por lo menos para mí. No quiero andar de hablador. Es ella, mi contrincante, la que debe de juzgar. Suelo hablar de más por los demás. Supongo mucho (Si no me tomo el tiempo de pensar detenidamente lo que supongo, lo supongo real. A veces me doy cuenta que no y me pongo tres coscorrones mentales que incluyen una perorata estúpida como la que acabo de escribir).
De cualquier forma, en lo que íbamos:

-Qué?- Digo, se me queda viendo todavía después y no quiere que reaccione? A poco esperaba más!?

-Nada.- me contesta cortante pero con cara de niña chantajeando al papá.

-Ah. Está bien.- Me sorprende cómo la hijoputez no se me baja.


Suena el teléfono. El arrendamiento del cuadrilátero ya ha sido vencido. Me preguntan si quiero renovar. Por supuesto que no.


-Súbase pues guapa, vámonos.- Le dije abriéndole la puerta de atrás de la camioneta. Caballero siempre yo, aunque esta vez no me acuerdo si mi gesto de amabilísima lindura estuvo acompañado de una nalgada. Me parece que sí.

-Atrás?- Me dice como si no le quedara claro que si estoy abriendo la puerta de atrás es porque es atrás. Peca de fingirse ingenua.

-Pues sí, mejor no? - Se me hizo atinado fingir que lo sometía yo a su atenta consideración.

-Siii? Tu como chofer?- Me pregunta como haciéndome el favor.

-Sí, yo como chofer- Por no decirle: Estúpida, no te das cuenta que lo que no quiero es que te vean conmigo bajo ninguna circunstancia? Pero le sonrío y asiento.

-Jijiji, ok.- Responde y se sube.


He llegado al punto que ya ni lástima me da. No me conmueve ya el infierno de realidad que esta mujer, que seguramente en algún aspecto es valiosa, está viviendo. Al principio inclusive me traía pensando, ahora no. Como que esa parte de la hijoputez sí se alcanzó a arraigar en este su servidor. A final de cuentas no es mi problema. Yo camarón, ya habíamos quedado.


-Me quieres?-De la nada me pregunta.


Levantando la ceja derecha (se muy bien que ese gesto me hace ver lo suficientemente grotesco como para llamar la atención) dirijo mi mirada por medio del retrovisor a su cara. Lo más intensamente que pude y se puso nerviosa. Sin decir nada, bajo la mirada y trato de olvidar lo que me acaban de preguntar, me río adentro como yo se y subo el volumen de la canción. Siguió hablando pero ya no escuché, solo la vi haciendo muecas, era como haberle bajado el volumen a ella. Creo que lo que dijo fue que no le importaba pero que ella a mi sí me quiere. La verdad a mi tampoco me importa.

Estos son momentos, son rachas. Por ahora soy un hijo de puta, muy cerca de llegar al grado de hijazo. Quiero conocerlo o conocerme en todo caso en esa circunstancia. Explorarlo para después volver y buscar un equilibrio aunque no lo quiero permanente. El conocer mis alcances me dará la oportunidad de poder aplicar la actitud correcta para el momento adecuado. Por lo pronto los gigantes se están enfrentando. Tantos años en el pedestal que me hiciera ver el Sensei tienen que terminar. Pero el gigante que lo detiene se defiende como lo que es. Ahora la gárgola que representa mi lado siniestro (el hijo de puta) ataca esos dominios en donde aquel está o estaba tan arraigado. Yo lo único que espero es que los dos queden lo demasiado heridos para no protagonizar más en mi vida y que José el grillo ponga la suficiente atención en la experiencia para dar el correcto consejo en la circunstancia adecuada o si no, ya de perdida se calle la boca cuando no sepa.

15 jun 2007


Los que somos, somos...
*

Medio lo recuerdo. Creo que ya he comentado en este espacio que la capacidad mía de recordar es algo particular. No suelo recordar lo que para el promedio es importante, puede ser que solo lo más reciente cuando mejor va. Pero recuerdo algo (para ser más gráfico explico el recuerdo como si lo viera con los ojos a media asta, con todo y el efecto que las pestañas logran cuando ves con los ojos así).

Tú a un lado, separada no mucho, solo lo que la consola esa para guardar discos mide de ancho. Para mí es poco, para ti es infinita. Me da la impresión de que estás estudiando la posibilidad de desarmar el obstáculo y no permitir más espacio entre nosotros. Yo pretendo ignorarte y seguir con mi rocanrol; le canto al mundo pero con los gestos suficientes para que pienses que es para tí, mientras, pienso al ver tus maniobras con la consola, cómo te gustaría que manejara yo un pickup para que el obstáculo fuera retractable y no fijo! Me río adentro como yo se y te sigo medio viendo mientras medio manejo.

Comienza siendo cómodo y después no tanto, no encuentro la forma de corresponderte los halagos, me gustas pero no a tal escala. En contrario sensu sucedió con nuestra "relación". Comenzó incomodísimo para mí, está claro que estoy explorando mi lado siniestro recientemente pero cada rincón nuevo no deja de retumbar en mi lado diestro que tantos años sobreusé. Ya ahora soy parte de la chingadera que en un principio comenzaste, soy un hijo´puta todavía no descarado. Espero que quien te eligió ante los ojos del mundo para compartirte su vida entera, no se encuentre con esta sorpresa por que entonces sí tendría que enfrentar yo las obligadas consecuencias de esta calentura y no quiero ni imaginar cómo tu mundo tocaría la realidad; desde el piso en el que estás e increcendo, hasta el mundo en el que estás auto-condenada a terminar, sin escalas. Debe de ser difícil.

El caso es que te veo en mi recuerdo encantada. Parece que mi cuerpo curvado no te importa, ni tampoco mi piel transparente. No sueltas una de mis manos-patas durante el camino. Con las demás yo sigo manejando, cambiando de canción y jugando con tu cabello; además de estas y de las que se encargan de los pedales, todavía me sobran pero las dejo descansar. Al lugar donde vamos puede ser que las use todas. En varias ocasiones te sorprendí con mi ojo derecho cómo te le quedabas viendo. Discretamente te mantuve la mirada en varias ocasiones con ese ojo solamente para notar tus gestos. Cuando me percaté que no era por asco o morbosa tu atención, desistí. Mi ojo izquierdo es capaz de llevarme bien por donde manejo pero después de tantas copas necesitan trabajar en conjunto. Por poner un freno a la melosés que comencé a detectar en el ambiente, solté tu mano. Desesperada buscas contacto. Encuentras la forma de rodear el obstáculo que nos separa y comienzas a acariciar mi cabeza. Los picos de piel más dura que salen de ahí no te molestan, al revés, parece que mi exótico "peinado" te causa interés. Tan interesada te percibo en mi persona que la psicosis de los de mi género se activa. Tantos años siendo devorados por comotús que me da miedo que esa sea tu intención final.

Llegamos y sucedió lo esperado. Si me preguntan, fue más satisfactorio para tí que para mí, pero no quiero parecer engreído ni mal agradecido. Parece que en este caso los pegues de ron me ayudaron y quedamos exhaustos. Yo no quiero saber más de tí, no por lo pronto, solo hasta que el deseo me vuelva a atacar y me dicte brincarte encima otra vez, pero tu no compartes mi conducta, al contrario. Buscas algo distinto a lo que acabamos de terminar, tú misma me lo dices, quedaste cansada. Buscas mis manos-patas y brazos. Yo te las doy. A final de cuentas vale la pena esforzarse uno en esos detalles si lo que se quiere es repetir plato. Tu no te apresuras a que repita, no dejas de ver mis ojos, uno a la vez por que están muy separados entre sí para verlos juntos como haces con los comotús. Yo me sigo preguntando qué es lo que pasa en tu cabeza y también en tu corazón. Mientras pienso en tu cabeza, la miro y aprovecho para jalarla hasta mi boca y darle un beso que te acomodo en la frente. Mientras pienso en tu corazón, aprovecho para mirar tu pecho pero soy muy flojo para bajar y besarlo ahorita, se que vendrá el momento en no mucho tiempo y no como ansias, soy de la idea de guardar una reserva de deseos de vez en cuando. Qué distinto debe ser para los comotús estos momentos, con esas dos partes separadas y tan lejanas, sin comunicación ni unilateralidad en sus sentires. Después de un silencio largo, envueltos en las sábanas, nos visitan las ganas. Las tuyas con un persuasivo discurso de "aprovecha que el tiempo se acaba". Las mías con el discurso de macho que me invita a disfrutarte y demostrarte que los comoyós también nos comportamos en la cama. Recuerdo haber usado hasta la maniobra del romántico que terminó por volverte loca, eso sí, sin usar la palabra para que no surgieran malos entendidos. Esta vez temblaste más y te brillaron más los ojos y la piel. Percibí que era el momento exacto para dejarte sola en esa cama pensando, pero como no estaba en mis planes salirme de donde estábamos sin tí (no soy tan ojete aún), decidí darme la vuelta jalando la sábana hasta mis "hombros" y dándote la espalda descansé. No se cómo lo lograste después de tantos cambios de postura, pero lograste estar pegada a mí en todo el transcurso y así te sentí hasta que cerré los ojos y descansé.

Cuando desperté me seguías viendo, ahora a los dos ojos al mismo tiempo. Me río y me preguntas de qué.


-De mi sueño." Te contesto.


-En qué soñaste?"


-En esto."


-En qué?"


-En esto que acaba de pasar."


-En nosotros?" Preguntas mordiéndote un dedo con una emoción tan absurda que me parece actuada.


Río otra vez...


-Sí, pues sí, en nosotros".


-y?


Miento, diciendo nada más que:


-Nada. Yo camarón, tu humano.


Desde ese día no paras de mirarte diario al espejo con una ilusión. Todas las mañanas te levantas apresurada a tu baño y esperas verte diferente. No de un solo jalón tal vez, pero sí quieres comenzar a ver resultados de la metamorfosis que tanto anhelas. Me pides consejos y yo te los doy aunque no puedo evitar la sonrisa que la ternura que me causas me dibuja en la boca. Los comotús no son como los comoyós te repito, pero no me quieres creer. A veces sospecho que piensas que yo fui como tú y que mis experiencias que ya conoces, aunque finges no saberlas, me han vuelto así como soy. Tal vez no te equivocas, no me acuerdo y por ahorita estoy muy cómodo con esa mini-amnesia. A fin de cuentas en este mundo (específicamente en el plano sentimental) existimos muchas especies distintas, y es cuando co-existimos que vienen los problemas. La capacidad de distinguir si alguien es de tu especie es rara, a veces innata, a veces aprendida. A mí me la enseñó La Que Colgó el Tacón, y no he olvidado la lección.

*Post inspirado en unos de esos "datos curiosos" que sirven de relleno en los programas de televisión: "Sabías que los camarones tienen el corazón en la cabeza?". Escuché esa "útil enseñanza" el sábado pasado apenas despierto, pero todavía con los ojos cerrados. Rápidamente reflexioné (dentro de las posibilidades que ese estado me permitía) y me di cuenta que ahorita mi corazón late en mi cabeza. Están tan juntos que se escuchan. Él no siente sin que ella se lo dicte y ella no actúa sin consultarle antes a él. Cómodo hasta hoy, solo hay que cuidar que no me corten la cabeza, aunque me lo esté buscando.


14 jun 2007






Tarde o temprano, ambos con las nalgas al suelo...

con una especie de aplauso me dice "sigue igual" al despedirse.

Ese aplauso o su parecido, sonó con poca fuerza en el pasillo ocupado solo por nosotros. La posición de las manos fue como cuando se trata de atrapar a una mosca, no matar, atrapar.

La mirada a los ojos profunda como siempre. Manos en las bolsas de su pantalón como siempre. Cabeza ligeramente echada para atrás como siempre. Y el cuerpo apoyado mayormente en los talones (pareciera que con el más mínimo de los empujones podrían sus nalgas visitar el suelo, cien a uno a que ya lo han hecho), esto también seguramente como siempre pero hasta este encuentro lo noté, desde el primer día por cierto.

Fue en un puerto que difícilmente hubiera considerado conocer en otras circunstancias. Aeropuerto miniatura con aspecto y olor a viejo, adornos de los que les llaman "mecsicanos" los gringos, y que me recibiera con nubes negras y llovizna intermitente, de la que hace que los pocos pelos que me quedan en la cabeza se enchinen más de la cuenta. Carreteras feas, de pueblo. Aunque he de reconocer que muy limpias, precisamente como de pueblo; me explicaría él en mi corta estancia que los que fomentan y sacan la mejor parte del turismo se encargan de ello. La zona de hoteles grandes es especialmente nefasta, intentando gringear como en la mayoría de las playas nacionales pero con un especial pésimo gusto norteño. Sus "monumentos" o cosas por alguien consideradas importantes o relevantes, que han puesto cada cien o doscientos metros en el peculiar echado a perder malecón de varios kilómetros de largo, siguen la misma suerte que todo hasta ahora. Ese malecón estrecho pero larguísimo, en algunas partes pintado de verde casi pistache, quemado por el sol, se divide en su vieja y nueva parte. En lo personal, como en CASI todo, prefiero lo viejo. De la parte nueva a la vieja, antes de llegar a esta (me parece) hay un destellito de interés: Un acantilado no muy grande, cercano al faro de la ciudad, donde se han montado casas que en algún momento debieron de lucir bonitas ahí justo enfrente del mar en cada puesta del sol. En una de esas vivió mi "sangre tocaya" y ahí lo acompañaba él no hace pocos veranos. Fueron buenas historias. Divertido verlo desesperado en figurar en su carácter que solo la naturaleza le otorgara, aunque es muy tarde. Se lo agradezco en silencio y le presto atención, un poco menos que a la despedida del sol que señalaba con los últimos de sus brazitos el árbol en donde él tocaba la armónica a ratos, pareciera que lo ayudara en su explicación.


Pasando de esa parte y siguiendo un laberinto de calles y callejuelas no muy largo sino mas bien corto, se llega al primer cuadro de la ciudad obviamente a la parte antigua. De ahí, de un punto medio de altura, se observa desde el balcón del número cinco del bed and breakfast Cynthia, cómo la catedral apenas rebasa con sus torres la altura de los demás edificios que rodean la plaza. Desde ese balconcito oscuro aprecia él ese bonito cuadro de edificios y casonas antiguas convertidas en restaurantes y cafés, así como el ombligo de todos estos que es el típico kiosco plazero que luce iluminado, gracias a las donaciones del omnipresente Club Rotario. Mientras yo, a sus espaldas y escondido en la penumbra de su departamento me siento distinto, como en arenas movedisas pero con pasos firmes, extraña nueva sensación que no me incomoda pero descara mi neofités.

No hay duda que pisé terrenos nuevos en vida madura, después de tantos años por fin solté la rienda del orgullo que activa el freno en mi vida, por una vez. Lo hice por mí, por darme la oportunidad de saber qué es eso y convivir con mis genes vivos. Es como verme en un espejo que tarda varias décadas en reflejar la imagen. Es impresionante darme cuenta que mi mirada también es profunda cuando es a los ojos y que mis bolsas del pantalón suelen estar llenas de mis manos. Ya llegará el tiempo en que mi cuerpo se incline hacia atrás, con todo y cabeza, y mis talones carguen mi peso (espero que nadie me empuje o mis nalgas también podrán tocar el suelo).

12 jun 2007








Hasta las jodidas Pitayas...

Hace 3 días que la imagen no para. Me sentí en una escena de película para ser sincero: Ahí yo, en silencio y observador, con música de carretera de fondo (indigna para un soundtrack por cierto), con mis neuronas viajando por su lado como si no quisieran ir conmigo a este viaje de trabajo... no me cuesta nada, imaginar mi jeta de disque-nostalgia... fum, percibo algo que le quita el "disque" y se vuelve real:


"PITAYAS A 300 M" decía textual el anuncio...


con buena letra pero sin ese extra que requiere la publicidad de éxito en estos días. Escrito sobre una manta que quiero pensar originalmente era blanca, pero por estar colgada de los señalamientos de la carretera que cruza la laguna seca de Sayula se ha vuelto entre gris y cafesosa. Eran letras grandes hechas con pintura en aerosol negra. "Pitayas" y "a" puestas justo arriba y casi tocando "300 m" que apenas cupieron. Aferrado con un mecate el anuncio, parece que no soportará por mucho las corrientes de aire que causamos los que pasamos a su lado.

Lo leo y mis neuronas me alcanzan, creo que estaban en Europa en ese momento; todavía no me dicen exactamente en donde, solo tengo esa información. Con su llegada me reactivan la peculiar capacidad de recordar insignificantes experiencias, que ahora que pienso, por el hecho de recordarlas pierden ese adjetivo, es decir, pierden lo "in" claro está y se vuelven memorias. Momentos con eme mayúscula.

Durante ese desmadre de auto-opiniones narradas, me transporté abordo de esos significantes o insignificantes recuerdos a otros tiempos y espacios* . Casi siento cómo regresan las neuronas viajeras y saludan efusivas a las que quedaran de guardia. Comienzan los recuerdos.Y me ví como en película otra vez.

Me ví con semblante parecido al que me causara el mentado letrero, pero esta vez de agovio y frustración. No estaba tan cómodo como en estos días. Eran comienzos del juego secreto o al menos discreto, donde compartíamos equipo y en todos había duda, menos en nosotros, aunque nunca lo platicáramos. Pasante, mandadero con sueños de profesional, en mi carrito rojo y en otro viaje de trabajo, en otros tiempos, a otro lugar. Venía de regreso, exhibido por el cliente, sin resultados concretos, con el tiempo encima para llegar al edificio "D", verte y fingir que toda la situación era rutinaria en mí, pretendiendo ser un profesional como siempre lo he hecho, pero en aquel tiempo nadie me lo creía, ni tu ni nadie. Muerto de calor pero con el uniforme puesto "los abogados deben de vestir traje", aunque fuera barato. Corbata, camisa larga y arrugada después de tantas horas -odio andar arrugado, antes más que hoy pero sigue sin gustarme-. Ruidos en mi coche que no soporto pero me veo tratando de ignorarlos subiendo el volumen y cantando. Estresado en un pueblo chico, con una laguna enorme, pocos semáforos, calles tranquilas y clima templado, no era el lugar, era mi realidad la que me incomodaba, en esa te conocí. Aún así me paré y compré Pitayas, muchas. Todas para ti como supiste pero que nunca te las dí, no me acuerdo ni por qué, solo me acuerdo haberme reprochado la compra... qué no era lo suficientemente jodida mi tarde como para ahora preocuparme por esas jodidísimas frutas?.

Se esfuma el recuerdo y vuelvo al fum que me deja ver el letrero pasar. Esas Pitayas a trescientos metros no las compré para ti ni para nadie. Para ser sincero la velocidad no me dejó ver siquiera si alguien las vendía, iba rápido. Así de rápido espero cesar de pensar en tí. Pierdo mi tiempo mandando contingentes de neuronas a lugares por mí aún desconocidos y me aborda el coraje. No lo soporto ni me lo explico...al final me río y volteo a ver al piloto. Se ríe conmigo, no sabe por qué ni le interesa. Seguramente piensa que me reí de algo que me exponía y que obviamente no escuché por estar con mi cara de imbécil y se pensó cómico cuando yo, mirando al lado de la carretera, con un motín de neuronas nómadas y sedentarias, perdía el tiempo y la oportunidad de escuchar algo más interesante y rentable para mi realidad actual... todo por unas jodidas pitayas que nunca te dí.

*Cuando en nosotros, cada quien por su lado y escondidos en nuestra particular cueva de sentimientos pateados por la vida que nos tocó, había certeza silencia que con el tiempo, lo que ambos a propia versión llamamos cariño, iba a interactuar, y no sabíamos que esa interacción crearía una explosif mélange que a nadie dejaría contento.

6 jun 2007

¿Son fracasos de la vida los que no son triunfos? Casi todos respondo yo.
Es casi regla por el momento, que mi cabeza sea un juego de esos que hacen rebotar la pelotita de un lado a otro y en que si la pericia de los que juegan es la suficiente, esa pelotita nunca para de pegar y rebotar, llegar y repetir lo mismo. Y es que siempre está esa pelotita marca “culpa” que rebota, como mosca en pecera. Y es que siempre los que tienen los mejores records en el jueguito se llaman como Yo... ¿Por qué será?


Me ha traicionado un amigo que sentía sincero. Con él compartí entre miles de cosas y situaciones: Elevador viejo y alfombra fina. Libros ajenos, música que espero haya educado su oído... "nire poesía...". Mi computadora. Balcón. Mota. Gustos por mujeres. Vagones mugrosos. Soles. Noches. Nieve. Caídas. Críticas. Risas. Etcétera. Carajo si viví en el mismo techo! Aunque haya sido poco. Le compartí muchas cosas, lo que lo convirtió en uno de “los pocos” actuales. Este mismísimo hijo de puta (agravio dirigido a él y no a su santa madre) el que me dijo alguna ocasión que la última vez que había llorado había sido por que me vio haciendo lo mismo (comentario que se me queda en la mente hasta la fecha, casi cinco años después por que me había demostrado algo) falló. Pero falló con F mayúscula, de FUTA MADRE, con ganas. *Un paréntesis obligado con el único afán de no moderarme más: Se pasó de verga este cabrón mamón al que tantas veces defendí. Desleal y quiero pensar que sin razón –risas me provoqué cuando escribí esta última línea, una vez más mi sentido de culpa que me hace dudar, Carajo otra vez! Yo no había sido más que un buen amigo con él, puede que su razón sea el error mío de tener mejor puntería con la Pecosa, no se, en este momento en todo y en nada creo, aunque así suele ser en mi vida ahora que lo pienso: En todo y en nada creo- . Ahora no le deseo más que lo mejor pero lejos. No lo quiero de enemigo, tampoco de amigo. Lo quiero bien pero como dicen en estos rumbos: BIEN pero BIEN LEJOS.

Aunque no sean esas actitudes desleales las únicas, son las que más me duelen, y es que aunque parezca yo de esos tipos que no tienen empacho en sacudir la solapa para quitar uno de esos bichos, sí lo tengo. En los últimos cinco años he incluso exagerado, qué mal. Qué gris me veo en este espejete de palabras, y gris nunca me consideré, es más, nunca he querido ser gris bajo cualquier circunstancia, me cago en el gris. Una mala racha (no cabe ni las más mínima de las dudas) la del cierre de este año que, por arriba parecía bueno y mejor que lo proyectado, pero ya rascándole los días se vuelve más difícil. Por eso no que me queda mas que esperar a que se termine lo que considero la peor de las etapas de estos casi extintos tres seis cincos. Que ya lleguen las uvas! 30/11/06