15 jun 2007


Los que somos, somos...
*

Medio lo recuerdo. Creo que ya he comentado en este espacio que la capacidad mía de recordar es algo particular. No suelo recordar lo que para el promedio es importante, puede ser que solo lo más reciente cuando mejor va. Pero recuerdo algo (para ser más gráfico explico el recuerdo como si lo viera con los ojos a media asta, con todo y el efecto que las pestañas logran cuando ves con los ojos así).

Tú a un lado, separada no mucho, solo lo que la consola esa para guardar discos mide de ancho. Para mí es poco, para ti es infinita. Me da la impresión de que estás estudiando la posibilidad de desarmar el obstáculo y no permitir más espacio entre nosotros. Yo pretendo ignorarte y seguir con mi rocanrol; le canto al mundo pero con los gestos suficientes para que pienses que es para tí, mientras, pienso al ver tus maniobras con la consola, cómo te gustaría que manejara yo un pickup para que el obstáculo fuera retractable y no fijo! Me río adentro como yo se y te sigo medio viendo mientras medio manejo.

Comienza siendo cómodo y después no tanto, no encuentro la forma de corresponderte los halagos, me gustas pero no a tal escala. En contrario sensu sucedió con nuestra "relación". Comenzó incomodísimo para mí, está claro que estoy explorando mi lado siniestro recientemente pero cada rincón nuevo no deja de retumbar en mi lado diestro que tantos años sobreusé. Ya ahora soy parte de la chingadera que en un principio comenzaste, soy un hijo´puta todavía no descarado. Espero que quien te eligió ante los ojos del mundo para compartirte su vida entera, no se encuentre con esta sorpresa por que entonces sí tendría que enfrentar yo las obligadas consecuencias de esta calentura y no quiero ni imaginar cómo tu mundo tocaría la realidad; desde el piso en el que estás e increcendo, hasta el mundo en el que estás auto-condenada a terminar, sin escalas. Debe de ser difícil.

El caso es que te veo en mi recuerdo encantada. Parece que mi cuerpo curvado no te importa, ni tampoco mi piel transparente. No sueltas una de mis manos-patas durante el camino. Con las demás yo sigo manejando, cambiando de canción y jugando con tu cabello; además de estas y de las que se encargan de los pedales, todavía me sobran pero las dejo descansar. Al lugar donde vamos puede ser que las use todas. En varias ocasiones te sorprendí con mi ojo derecho cómo te le quedabas viendo. Discretamente te mantuve la mirada en varias ocasiones con ese ojo solamente para notar tus gestos. Cuando me percaté que no era por asco o morbosa tu atención, desistí. Mi ojo izquierdo es capaz de llevarme bien por donde manejo pero después de tantas copas necesitan trabajar en conjunto. Por poner un freno a la melosés que comencé a detectar en el ambiente, solté tu mano. Desesperada buscas contacto. Encuentras la forma de rodear el obstáculo que nos separa y comienzas a acariciar mi cabeza. Los picos de piel más dura que salen de ahí no te molestan, al revés, parece que mi exótico "peinado" te causa interés. Tan interesada te percibo en mi persona que la psicosis de los de mi género se activa. Tantos años siendo devorados por comotús que me da miedo que esa sea tu intención final.

Llegamos y sucedió lo esperado. Si me preguntan, fue más satisfactorio para tí que para mí, pero no quiero parecer engreído ni mal agradecido. Parece que en este caso los pegues de ron me ayudaron y quedamos exhaustos. Yo no quiero saber más de tí, no por lo pronto, solo hasta que el deseo me vuelva a atacar y me dicte brincarte encima otra vez, pero tu no compartes mi conducta, al contrario. Buscas algo distinto a lo que acabamos de terminar, tú misma me lo dices, quedaste cansada. Buscas mis manos-patas y brazos. Yo te las doy. A final de cuentas vale la pena esforzarse uno en esos detalles si lo que se quiere es repetir plato. Tu no te apresuras a que repita, no dejas de ver mis ojos, uno a la vez por que están muy separados entre sí para verlos juntos como haces con los comotús. Yo me sigo preguntando qué es lo que pasa en tu cabeza y también en tu corazón. Mientras pienso en tu cabeza, la miro y aprovecho para jalarla hasta mi boca y darle un beso que te acomodo en la frente. Mientras pienso en tu corazón, aprovecho para mirar tu pecho pero soy muy flojo para bajar y besarlo ahorita, se que vendrá el momento en no mucho tiempo y no como ansias, soy de la idea de guardar una reserva de deseos de vez en cuando. Qué distinto debe ser para los comotús estos momentos, con esas dos partes separadas y tan lejanas, sin comunicación ni unilateralidad en sus sentires. Después de un silencio largo, envueltos en las sábanas, nos visitan las ganas. Las tuyas con un persuasivo discurso de "aprovecha que el tiempo se acaba". Las mías con el discurso de macho que me invita a disfrutarte y demostrarte que los comoyós también nos comportamos en la cama. Recuerdo haber usado hasta la maniobra del romántico que terminó por volverte loca, eso sí, sin usar la palabra para que no surgieran malos entendidos. Esta vez temblaste más y te brillaron más los ojos y la piel. Percibí que era el momento exacto para dejarte sola en esa cama pensando, pero como no estaba en mis planes salirme de donde estábamos sin tí (no soy tan ojete aún), decidí darme la vuelta jalando la sábana hasta mis "hombros" y dándote la espalda descansé. No se cómo lo lograste después de tantos cambios de postura, pero lograste estar pegada a mí en todo el transcurso y así te sentí hasta que cerré los ojos y descansé.

Cuando desperté me seguías viendo, ahora a los dos ojos al mismo tiempo. Me río y me preguntas de qué.


-De mi sueño." Te contesto.


-En qué soñaste?"


-En esto."


-En qué?"


-En esto que acaba de pasar."


-En nosotros?" Preguntas mordiéndote un dedo con una emoción tan absurda que me parece actuada.


Río otra vez...


-Sí, pues sí, en nosotros".


-y?


Miento, diciendo nada más que:


-Nada. Yo camarón, tu humano.


Desde ese día no paras de mirarte diario al espejo con una ilusión. Todas las mañanas te levantas apresurada a tu baño y esperas verte diferente. No de un solo jalón tal vez, pero sí quieres comenzar a ver resultados de la metamorfosis que tanto anhelas. Me pides consejos y yo te los doy aunque no puedo evitar la sonrisa que la ternura que me causas me dibuja en la boca. Los comotús no son como los comoyós te repito, pero no me quieres creer. A veces sospecho que piensas que yo fui como tú y que mis experiencias que ya conoces, aunque finges no saberlas, me han vuelto así como soy. Tal vez no te equivocas, no me acuerdo y por ahorita estoy muy cómodo con esa mini-amnesia. A fin de cuentas en este mundo (específicamente en el plano sentimental) existimos muchas especies distintas, y es cuando co-existimos que vienen los problemas. La capacidad de distinguir si alguien es de tu especie es rara, a veces innata, a veces aprendida. A mí me la enseñó La Que Colgó el Tacón, y no he olvidado la lección.

*Post inspirado en unos de esos "datos curiosos" que sirven de relleno en los programas de televisión: "Sabías que los camarones tienen el corazón en la cabeza?". Escuché esa "útil enseñanza" el sábado pasado apenas despierto, pero todavía con los ojos cerrados. Rápidamente reflexioné (dentro de las posibilidades que ese estado me permitía) y me di cuenta que ahorita mi corazón late en mi cabeza. Están tan juntos que se escuchan. Él no siente sin que ella se lo dicte y ella no actúa sin consultarle antes a él. Cómodo hasta hoy, solo hay que cuidar que no me corten la cabeza, aunque me lo esté buscando.


8 comentarios:

Anónimo dijo...

Magnifico. Y como dices,cómodo hasta hoy. Mientras sigas manteniendote camarón.

ElOrdinario dijo...

Pues sí. Por lo pronto espero seguir siendo camarón mientras este turno al bat se agota. Gracias por ser mi única-más fiel lectora. Ja.

Anónimo dijo...

desde un rincón nocturno y oscuro, esos tan cotidianos en mi vida, que normalmente disfruto y en los que me divierte refugiarme me encuentro en tu cuento o con tu cuento o ambos y sonrio, con esa complicidad que solo existe donde la sombra es puesta a la luz y sigue siendo sombra y donde demasiada luz invita a bajar del pedestal y llenarse de tierra y claro disfrutar de esa habilidad de ser todo un camarón

ElOrdinario dijo...

Anonymus... Suenas a mi Sensei. Saludos y Gracias.

Anónimo dijo...

GRACIAS por compartir tu mundo, un privilegio poder andar el camino

Chilanga Catastrófica dijo...

No sabes las horas que he pasado. Leerte ha sido tan revelador... hoy me sentí una "comoyo" platicando con un "comotu" y mas cerca que nunca. No tienes idea de el regalo que me hiciste. Mi cumple se adelantó un mes. ABRAZOS.

ElOrdinario dijo...

Ms. Catástrofe: Halagadísimo de q te guste A TI esto q es mi "peor" cara o etapa pero q me enseñara tanto.

Anónimo dijo...

los comotus quieren ser camarones pero las comoyos sabemos que en realidad no lo son pero quieren serlo, realmente quieren y suelen combencernos de que lo son.