4 abr 2008

REZAR?...


Era momento de aplicar absolutamente todos mis recursos, mentales y físicos, para salvarla. No tenía tiempo para pensar como siempre, ni planear como siempre, ni renegar como siempre. Tenía que reaccionar sin consultarle a mi cabeza, mucho menos a terceros ¿Ya hablaron?. Con muchísimo respeto aparté el arma, creo que la puse debajo de la cama. Con su perforada cabeza descansando en una de mis rodillas y su roja cara viendo hacia allá a donde había decidido irse, me despedí de mi camisa verde que no me gustaba tanto. En un movimiento rápido saqué todos los botones de sus ojales y me la quité para casi amarrársela ahí de donde se estaba saliendo su alma. Su rostro, aunque se lea increíble, era de paz, sin dolor, aunque para ser sincero no lo vi mucho tiempo, mejor dicho, apenas lo vi, pero en ese segundo tal gesto me regaló. ¿Ya viene la ambulancia?¿Sí llamaron? No obtuve respuesta y opté por cerciorarme, la abandoné y fue la última vez que la toqué.

Cuando llegué al cuarto de televisión, vi a una de sus amigas, la más inteligente, parada y jorobada, con el auricular en la mano, pero callada. Se lo arrebaté y entonces volteé a ver quién estaba cerca ¿Bueno?,¿Bueno?... Emergencias... Sí, una ambulancia... (Doctor! Ve a ver el nombre de la calle de allá, Niñote! Tú la de allá!, les pedí que lo hicieran pero en chinga, apuntando con mi índice que me sorprendió cuando no lo vi temblar) ¿Cuál es su emergencia?... Una herida de bala, en la cabeza, rápido... Sí, usted tranquilo, ¿cuál es la dirección?... Es tal, número tal (eso me lo sabía, solo faltaba lo que obviamente me preguntarían a continuación y que para ello necesitaría a mis enviados especiales de regreso)... ¿Sabe el cruce?... Sí, (bofeados por la carrera, me dijeron con trabajo su encargo cada uno de los dos traumados, los que para ese momento, por cierto, cada vez más cerca veían venir el apodo que ahora les nombro) el cruce es Este y el otro Aquel... El reporte ya está levantado, la ambulancia va en camino... .

Pensé en cargarla y subirla al coche para llevarla pero no. Tenía miedo de que fuera peor; por ahí había escuchado que los heridos tenían que ser estabilizados antes de moverlos, además, no quería que al levantarla toda su alma se saliera de un porrazo y chocara con la alfombra haciendo un cochinero que a ninguno de los presentes nos gustaría. Nadie la mueva, todos tranquilos, fue solo un rozón, va a estar bien. Mentí tan convencido que me sentí cómodo. Lo del rozón no lo sabía con certeza, pero de lo que sí estaba casi seguro era que no iba a estar bien, aunque eso no significaba que dejaría de luchar por lo contrario.

Con mi loco aspecto, sin camisa y algo adornado de rojo, viajé de la puerta de la casa a la puerta del fatal cuarto, alrededor de cuatro veces. En una de esas vueltas ví a la que se había quedado muda al teléfono desmayada y siendo atendida por sus demás amigas; en otra vi a un desconocido entrar y caminar hasta donde estaba la que Colgó el Tacón; en otra vi patrullas afuera de la casa; en otra vi a mis amigos en shock Doctor, tú sabes qué hacer (creo que mi pobre amigo apenas iba en primer semestre de medicina y yo ya casi le exigía que la salvara). Lo tomé de la cintura y casi cargándolo lo llevé hasta donde estaba ella junto con el desconocido (de quien me enteré después que era un vecino paramédico que de alguna forma se enteró y decidió entrar a ayudar), ahí lo deposité y seguí con mis rondines; en otra de las vueltas vi más patrullas y en la siguiente todavía más. Regresé al teléfono y decidí llamar a mi casa. Seguramente iba para la cárcel derechito. Esas patrullas no iban a dejar salir al loco sin camisa como si nada. Mamá, se dió un balazo... ¿En dónde estás?... En su casa, ven para que estés con ella, yo no voy a poder... ¿De qué hablas? Voy para allá... Sí, ven. Era entonces hora de acelerar el proceso, entre más rápido me llevaran de ahí, más rápido saldría del bote para ver su cara o su tumba. Salí y me abordaron ¿En dónde está la ambulancia?. Los policías no me decían nada, estaban confundidos. No les iba a hacer su chamba fácil pero tampoco me les iba a esconder. Encontré un rincón en la cochera del que algo me invitó a ocuparlo. Saqué mi celular y le llamé a mi compañero de trabajo Che, necesito un paro... ¿Qué pasó?... Mi vieja se dio un plomazo... ¿Qué?... Sí, se dio un plomazo, estoy en su casa y me van a llevar al bote, sácame rápido para estar con ella, ahorita te aviso a dónde me llevan... O.k., ¿ya hablaste a tu casa?... Sí, ya saben... .

¿En dónde está la ambulancia? Ya habían pasado casi treinta minutos y no llegaba, la desesperación empezaba a surgir, mi índice y mis demás dedos comenzaban a temblar y ya se paseaban por mi cabellos cada diez segundos, y me hinqué en el rincón. No quería escuchar ni ver. Quería despertar otra vez. En un movimiento raro con la muñeca, se rompió mi reloj, ese con el que la que Colgó el Tacón se hizo notar en mi vida cuando sin conocerme y sentada a un lado mío en un salón de clase me le movía el segundero y sonreía, se rompió de su extensible. Ahí sobre mis rodillas lo recogí y poniéndome de pié lo guardé en mi pantalón. ¿Por qué no ha llegado la puta ambulancia? Los policías ya estaban más decididos y yo más desesperado. Con la duda del por qué no habían llegado los paramédicos los enfrenté. Tranquilo, ya viene para acá, no estés gritando... No puede ser, ya se tardó de más... Ya te dije que tranquilo, de seguro fuiste tú. Las cabras se dispararon al máximo tras esa insinuación y un ataque de furia me aventó contra el inteligente y hablador representante de la autoridad. Sus compañeros me separaron, pero el flaco sin camisa y a punto del llanto, trataba de pasar la barrera de uniformes para desquitarme Chinga a tu madre pendejo, quítate tu plaquita y vuelve a decir eso hijo de puta, vente y nos partimos la madre. Ya no podía hacer nada más por acelerar mi traslado, el policía prefirió entrar a la casa y los otros se relajaron y me dejaron en paz, entonces supe que a la cárcel no iba a ir.

Llegó la ambulancia. El Ordinario descamisado los recibió y los escoltó a donde los necesitaban para después regresar a mi rincón y volverme a hincar. Si me preguntaban, decía que había sido un rozón, que todo iba a estar bien, quería que el ambiente fuera optimista aunque como siempre, en mis adentros, yo era el más pesimista. Se tardaron más de lo que esperaba ahí con ella, y cuando externé mi extrañeza, mi amigo el Doctor me confirmó lo que había escuchado antes Tienen que estabilizarla antes de salir. Por fin salió un uniforme con vivos en naranja sosteniendo un suero, su cabeza medio vendada y su demás cuerpo sobre la camilla, más uniformados, más uniformados y por último más uniformados pero de policías Vas a estar bien chiquita Le grité, digno de película romántica pero no era momento para guardar las formas, quería que me escuchara, por si en algo ayudaba.

El Niñote llegó con una camisa en la mano, de esas tipo polo, negra y muy pero muy chica. Me la puse y me quedó de omliguera Oficiales, me van a llevar o no, díganme, yo no tuve nada que ver pero de una vez díganme por que si me llevan, en cinco minutos salgo Otra vez mentí tan bien que me creyeron Vámonos. Nos subimos al coche los seis: El chofer del Niñote, el Niñote, el Doctor, el Oscuro, el Ordinario y el Silencio....


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Puta! Se rompió mi reloj Dije para tratar de tranquilizar el ambiente y sacar del coche al sexto, íbamos muy apretados Ordinario, no mames Alguien dijo sin piedad y no le permitió irse. Pasándonos semáforos, explicándole a patrullas nuestra prisa, yo haciendo llamadas a mi madre y mi compañero, y sin intercambiar ideas entre los tripulantes, llegamos al hospital antes que ella. Mi mamá ya estaba ahí con mi primo el artista. El Che llegó un poco después. Ella enseguida. La vi desde lejos bajar de la ambulancia y entrar a emergencias. Ya que había ingresado me acerqué a ver en donde venía siendo atendida y el piso estaba lleno de sangre, mi pesimismo se alimentó con ello y entonces rompí en llanto, si así se le puede llamar, a una serie de gemidos y gestos sin la compañía de las usuales lágrimas.

Reza...

No es tiempo de ser hipócritas Mamá.