14 ago 2008

Callaba...

No obstante la segunda noticia (la de la muerte total), mi gesto tibio no cambiaba. Era hora de salir de esas puertas que me resguardaban y enfrentar a los miles de diablos por presentárseme (y que hoy día me tienen tan entrenado en la lidia de "asuntos difíciles"). Había que ser valientes y, tal como saliera a enfrentar a mis más cercanos, así, enfrentaría a los no tanto, por lo tanto: Fajao!

Nadie sabía con certeza qué decir y afortunadamente se quedaron callados, acompañándome. Nos separamos un poco de la puerta, ya en la calle, pero no tanto. Al momento de las despedidas y agradecimientos con caras de disculpas a los amables asistentes, también la vimos salir. Sola de los suyos y abrazada por una bolsa de plástico negro. Sus padres de viaje y yo ya tan ajeno, tan cobarde, tan ocupado en cosas del mundo del que ella ya había trascendido y en el que yo me quedaba.

Había que dormir algo pues me tenía que presentar al velorio (sabrá dios quién lo organizaría), no se fuera a malinterpretar. Escogí el sillón del cuarto de tele. No quería pasar la noche en mi cuarto. Tantas aventuras con ella ahí, tanto de su aroma todavía ahí, tantos de sus regalos y fotos todavía ahí... no necesitaba eso. Necesitaba descansar y cerrar los ojos, imaginarme que la seguía, borrar de mi mente otras imágenes, gritos, pronósticos y su voz. Esperar a que fuera tiempo de ir y conseguir demostrar(me) mi inculpabilidad, de la que tanto dudaba y se duda, la que ahora (y desde hace tiempo) acepto en la proporción correcta y correspondiente y que los demás, aunque de todos no se, achacan al azar, a mí , a sus padres... a TODOS menos a la muertita (muy mejicanamente).

Abrí el ojo y sentí necesidad de avisar. El Tatuaje Prometido y mi Tita estaban en la ciudad: "No llores, por favor no llores" le dije contagiado en el teléfono. A la fecha no lo he visto llorar con gesto y todo, pero ese día lo escuché berrear y me terminó de romper el corazón. Hasta antes de esa llamada, el rencor contra ella, La que Colgó el Tacón, no había llegado a mi pecho, estómago y puños, pero eso lo disparó. Después ese mismo rencor se distrajo cuando recibí la llamada de su hermana diciéndome que no me preocupara, que no me consideraban culpable (yo callaba el detalle de mis gritos insultantes y muy previos a su decisión) y que "era algo que ya veíamos venir" ... odié cada una de sus palabras pero callé.

Con las horas iban llegando los míos, mi gente, mi apoyo, hasta que ya tenía a casi una veintena, muy de negro y con caras largas, esperándome en la sala para acompañarme. Pavoneado con tal detalle, me eché un baño, me vestí más serio que como de costumbre: traje negro, camisa de cuadritos blancos y negros, y corbata negra (todas que aún conservo) y bajé para frescamente apresurarlos.

Cuadras antes de llegar al velorio me temblaban las piernas. Tenía miedo... mucho. Bajé del coche y no esperé a nadie de los veinte. Vi a un importante amigo sentado en las escaleras de la entrada, me dirigí a él sin pensarlo y casi sin respirar, fusilado de miradas de todo tipo preferí no voltear a otro lado, lo saludé, respiré y centré mi atención a mi destino final, avancé igual, sin titubeos, esquivando entré, sala Uno, esquivé más, vi la caja y la puerta del cuartito de los dolientes se abrió para ser invitado por unos deditos que se asomaron (yo no sabía que existían esos apartados, era una especie de salita sin ventanas pero muy cercana al área de la caja del muertito, hecha como para respirar aire falto de drama sin alejarse demasiado), entré, y me senté.

Casi callado me percaté que todavía no les daban detalles, todavía no sabían de mi culpita (que para ellos en su momento se convertiría en culpa y total) y yo seguí callándola. "Tu vas a ser como nuestro hijo" "Nos vas a presentar a tus novias" y demás frases similares recuerdo haber escuchado. Abrazos, pésames y silencios... recuerdo uno en específico que fue interrumpido por un cariñoso recuerdo en voz alta de su madre: "Tan bonita con sus pañoletas en la cabeza...ahora va a tener que traer una puesta"...

Las horas se pasaron rápidas. Llamadas, visitas y pésames me sobraron, me sofocaron, los pésames me pesaron y es que yo lo que quería era endosarlos de manera inmediata a la familia, no los quería para mí. Mediante el día pasaba, la versión real de las cosas iba circulando. Había que responsabilizar a alguien y el más cómodo para colgarle la medallita era este mono. Curiosa batalla de miradas y comentarios de pasillos entre los míos y los de ella, una competencia estúpida pero humana. Yo como espectador callaba, mi única preocupación era el rumbo de mi vida, cuestionándome sin parar si podría ser capaz de lograrlo y levantarme de eso. Mi pierna derecha me temblaba como nunca me ha vuelto a temblar. Llegó la tarde y ya algunos se habían compadecido de este pobre y me habían "perdonado", mientras que más preocupados de los míos seguían asistiendo. Llegada la noche ya no podía más, el temblor y el inventario mental eran fatigantes, me quería ir.

Esa vez ya dormí en mi cama. Dormí sin descansar, sin parar de hablar, dicen que hasta medio gritar. Mi duda era una: ¿A partir de ese momento cada día sería mejor o peor?

12 ago 2008

Algo...

Vivo una racha de pausas selectivas. Mi vida avanza en todos los aspectos, pero en la mayoría, por decisión propia (tal vez no pensada), los efectos del avance no son apreciados por mí, por miedo, por apatía o por simple deporte.

He pensado en renunciar a esto pero no. Solamente he mudado aquí mi costumbre de escribir en pedazos de papel y de mente. Quiero pensar (sin asegurar, ya me conozco), que ahora esto se volverá un collage de ideas sin órden ni reglas, con forma de algo o sin ella, pero siempre un trazo claro de mi realidad, mis luchas, las de los míos y mi poca creativa.

Así entonces, víctima de mi ocio y el antifaz que llevo desde hace unos meses, decidí sentarme a transformar de una vez este espacio. Ya tenía tiempo pensándolo pero estaba reservándome para cuando terminara el proyecto de LA QUE COLGÓ EL TACÓN, sin embargo, por alguna razón decidí adelantarlo. Es posible que con el afán de motivarme a dar ese cierre que falta y dejar un elegante o adecuado punto final. Espero lograrlo para el próximo aniversario de la colgada de tacón, que ya se acerca, espero también sincronizar esto con la apertura de la caja que en un rincón guarda lo de ella y descubrir qué se mueve, qué se tira y qué se puede mostrar a la luz... interesante chingadera me espera.

Por lo pronto lo de ORDINARIO está en riesgo. Me siento por el momento domado por mis días corrientes. Estoy ahora relacionado con alguien que me ha hecho cambiar. Lentamente recorrer de mi lado oscuro al contrario, sin rebotes, sin gritos, sin conflictos con ella ni conmigo. Tan dulcemente que me asusta, tan sutilmente que tengo la impresión de insaciabilidad, tan tranquilamente que lo siento atemporal. Lo que otrora era competencia con la(s) que tenía enfrente, ahora es cooperación y entendimiento... algo para mí raro... muy raro... tanto que hasta letras me cuesta trabajo dedicarle y mis ideas se confunden cuando Ella es su tema.

Ya veremos qué sucede, no nos adelantemos. Yo sigo con mi antifaz hasta que lo agote, y este cuaderno virtual tiene, aunque no me terminó de gustar (esperaba más opciones), una nueva cara que de algo servirá.