21 ago 2007

LO QUE ESCRIBÍ FALTANDO APENAS HORAS PARA LOS SEIS...

Lo tan anhelado por mí estaba sucediendo. Yo confiado, como en mi casa, le mostré cada rincón de ese pedazo verde, lleno de árboles, con cabañas separadas y acomodadas estratégicamente en los lugares más interesantes, siempre húmedo, amplio, sucio pero ordenado. Ella fingía sorpresa e interés. Yo, fiel a mi deseo de que el lugar natal de mi lado B causara a alguien de los míos lo que a mí, ignoré notar su actuación y actué de vuelta. Por un lado lo entendía, ella llegaba de Europa, que por mucho, hasta en sus peores caras resulta más interesante que el lugar donde estábamos.


El campamento después de un par de días estaba sobrado de conocido. Todo había sufrido nuestras visitas. Era momento de movernos, no sin antes visitar el parque nacional de Cyprus Lake. Pedí un coche prestado y por su puesto lo obtuvimos. Un convertible blanco como de un metro y medio de largo, para apenas dos personas. Manejamos más al norte alrededor de una hora, con el sol asomado pero con el viento ligeramente frío llevándose al sur lo que apenas decíamos. El camino lleno de historias de ambos cuando cada quien por su lado. Llegamos al parque. Un lugar de paisaje idéntico al del campamento y lleno de caminos a distintos destinos. Elegí el mismo de siempre y la previne de los osos, las serpientes y de procurar caminar siempre sobre el camino trazado. Ella detrás de mí, después de veinte minutos ya no podía más pero se aguantaba. Seguramente en su cabeza se cuestionaba qué carajos hacía ahí esforzando su paso y a punto de que se le saliera el corazón. No le quedaba otra. Mi ilusión era tanta que no podía ponerse apática, no se lo permitiría. El esfuerzo valió la pena. Después de casi una hora de cuestas arriba y abajo llegamos a un lugar abierto. Se le iluminó la cara y por primera vez la noté asombrada por algo más que sus flores.

Llegamos por arriba a una playa de piedra muy blanca. Se terminaron los árboles y solo quedaba bajar hacia el agua azul. Su cansancio la invitó a meterse y emocionada me invitó. Yo, harto de experimentar por años esas sufridas sumergidas, mientras bajábamos, le propuse que primero metiera los pies y si se creía capaz de aguantar la temepratura continuara quitándose la ropa y me avisara. Ya al nivel del lago me senté y la observé. El lugar era para nosotros nada más, ella con los pies desnudos ya, caminó los como diez metros para pisar dentro y sentir. Un pie a la vez, avanzando lentamente y cerciorándose que las piedras no se movieran. Yo sabía que no soportaría esa agua tan fría, así es que me apresuré a buscar su cámara y tomarle una foto. La tomé y la tengo, en mi cabeza y en la caja. Apenas se nota ella al fondo, donde se terminan las piedras y piedritas blancas y comienza el intenso azul que en su último plano luce dos islas. Muy divertida y asombrada me volteaba a ver y se reía conmigo mientras refrescaba sus pies que tanto habían caminado ese verano y los sacaba cuando comenzaban a dormirse. Le grité el dato que a todos nos interesa: "La mayoría del año el agua está tan fría que ninguna bacteria puede vivir dentro"... será cierto? Yo lo creía, de hecho la bebí varias veces confiado, ahora dudo.

El güero caía fuerte. Alejados del agua nos dio calor. Yo sin camisa y ella con su short y top del traje de baño, comimos algo mientras yo contaba historias del lugar. Del lado izquierdo nos quedaba la piedra del "Indio" (la llamaban así por que a la distancia parece el perfil de un indio del norte) de la cual solo una vez salté en mi vida y que para ese tiempo ya estaba prohibido por los guardabosques por que ese mismo año alguien no viajó lo suficiente y en lugar de caer dentro del agua apiedrizó. Del lado derecho nos envolvía un peñasco mucho más alto de donde se puede ver la isla de "la Ballena", estábamos ya muy cansados para subir allá.

Cuando recuperamos fuerzas la llevé a mi lugar favorito. Una cueva conectada por un túnel natural que la llenó de agua. Esa misma agua fría, dentro de esa cavidad de piedra oscura y resbalosa, perdía su color azul claro. El túnel deja pasar la luz que viene de fuera y hace que justo al centro se forme un círculo iluminado. Ese lugar vale la caminata. Me volvió a encantar igual que las pasadas cincuenta veces y a ella pareció gustarle.

Era hora de volver y despedirnos. De caminar juntos y conocer algo de ese país. Los destinos eran dos. Importantes lugares para mí. No se si desde antes o por ella. A ambos he vuelto. A ambos hemos vuelto. Ella y yo, aunque en distinto plano, hemos caminado y andado en bicicleta más veces que esa. En esos lugares los dos nos hemos sentado en la misma silla y tomado cerveza, mientras oímos historias de los locales quienes solo me platican a mí por que a ella no la ven. En esos lugares he contado pocas veces esta historia y ella lo ha permitido sin reprochar. Ahí causó impacto, tristeza e intriga. Ahí es protagonista y seguramente ahí, como aquí, es mi carta de presentación...

15 ago 2007

EL CHOQUE DE MIS LADOS A y B...


Con su ramo en la mano, su cabello hecho un nudo, falda larga de mezclilla azul y tenis de reciente adquisición, nos abrazamos y besamos como en película. Acompañados de las miradas de los demás curiosos (para mí en esos momentos todos parecían tener envidia) caminamos hacia el hotel mientras nos poníamos al día platicando. Era increíble lo que estaba sucediendo (uso el término "Increíble" como su propia acepción, no en el sentido de estar maravillado por la situación), para ser sincero me invadió una especie de miedo y es que, a los dieciocho años de edad recibir de cuasi sorpresa a tu novia con la que llevas apenas casi un año juntos, después de haber ella cruzado el océano con el consentimiento de sus amigas pero a escondidas de sus padres, para pasar apenas un poco menos de dos semanas contigo y después regresar a España para pasar ahí tres o cuatro días más antes de tomar el avión de regreso al pueblo, no era para menos. De milagro no me invadió un ataque de pánico, me cambié el nombre y salí corriendo.

Vecinos del aeropuerto, nos instalamos rápido. Se metió a bañar y yo bajé a conocer el lugar. Regresé y decidí disfrutar yo también de ese baño para gente, de esos que ya tenía rato sin disfrutar por estar metido en la rusticidad del campamento. Cuando cerré el agua, escuché a la voz medio rasposa medio chillona, peticionando le avisara antes de asomar la nariz al cuarto. Asentí y jugué al adivinador en silencio. En fin, no era muy difícil imaginarme más o menos qué esperar. Mi internísimo Ordinario de aquel tiempo apostó por Calzones y Bra nuevos. Mi buenés al turno pensaba en algún regalo de otro tipo, aunque la verdad prefería que ganara su contrincante. Avisé y salí intrigado. Me topé con dos segundos de oscuridad y conforme me fui acercando hacia donde la cama, luces intermitentes fueron apareciendo. Muchas luces. Más de veinte velas estaban estratégicamente acomodadas en toda la cama, burós y cómoda. Ella a un ladito riendo nerviosa. Sabía que esas cursilerías no era mi ideal. La extrañaba y me encantó su gesto. Ya quería estar con ella. Mientras nos disfrutábamos volví a pensar en el detalle y su planeación; haber cargado las velas desde Europa, en la maleta, con el riesgo de que se rompieran, pensando en esa noche usarlas...me volvió a dar ese comomiedo.

Seguramente, como yo lo hice, pensó que apenas dormiríamos esa noche. La verdad es que ambos estábamos tan cansados que ya contentos, después de apagar las velas, caímos como tablas. Las actividades serían a fin de cuentas como yo lo había planeado originalmente. Al presentarle las opciones de itinerarios, como siempre cuando estaba contenta conmigo, se limitó a decir el famoso y comodísimo "como tu quieras" que tantas responsabilidades trae consigo.

A la mañana siguiente había que recibir nuevos paisanos y el mismísimo bus amarillo nos trasladaría al campamento para nosotros pasar ahí tres o cuatro días. Originalmente solo Keester iría a Toronto, pero la intriga de nombre: "Cómo será la novia del mexicano?" llevó de la mano a un par de instructores más. Todos muy contentos de conocerla y yo de que se conocieran, nos fuimos hacia el norte junto con unos veinte escuincles rebotando en los asientos del incómodo transporte. En virtud de la atención que todos prestábamos a la luz de La Que Colgó el Tacón (como siempre sucedía), olvidamos aplicarles la plática reconfortante que trata de reducir el nerviosismo que de cajón los niños sienten al verse tan afuera de una ciudad y tan lejos de casa. Algo similar a esto último sucedió tras estacionar el camión ya en el campamento: "Welcome to Celtic, get you luggage, girls go right, boys go left, your counselor will get you, see you later" desinteresadamente gritó el dueño y director del campamento (un hombre en sus casi cincuentas, robusto, fuerte y exageradamente capaz tanto física como mentalmente) apenas viéndolos de reojo por estar centrando su atención y mejor sonrisa a la que probablemente era el más famoso acertijo de ese verano. Estos paisanitos fueron probablemente los campers peores tratados ese día.

Debido a que en el campamento el Staff se conforma por unos treinta miembros, seguramente se nos fueron un par de horas mientras ella respondía el típico cuestionario al cual el "nuevo" siempre es sujeto. Un pequeño tour alrededor y ya era hora del juego. Afortunadamente para mí, tocaba el mismo que no jugaba desde LA NOTICIA, mi preferido. Ella, nunca atlética, prefirió sentarse y vernos mientras se la comían los mosquitos. Mejor dicho, prefirió sentarse y verme correr siguiendo a quienes trataban de pasar por mi zona con una bandera en la mano.

Su atención a mis movimientos era exagerada y a momentos incómoda. Yo separado de ella por ese momento, no cesaba de recibir comentarios buenos en inglés acerca de la nueva. Sutiles coscorrones por mi error sabido por todos pero a nadie constado. Como siempre y como en todos lados, su luz los tenía comiendo de su mano, su sonrisa los contagiaba y su exagerada demostración de cariño para este infeliz los tenía tranquilos...

13 ago 2007

EL INICIO...


Hoy me puse una de las camisas que cargaste junto con los posters desconocidos desde Europa para mí. Después de seis años, todavía se ve aceptable. Ya me queda bien. Me acuerdo cómo le sobraba tela cuando en ese tiempo terqueaba en usarla. Ahora que ya se le nota la edad, me queda como si me la hubiera probado...


Todos en el campamento ya sabían de su visita. Su principal cómplice, la esposa del director y dueño del campamento quien también funge como la enfermera, se notó sorprendida cuando me le declaré conocedor de sus raros planes. A final de cuentas teníamos que organizar alguna actividad mientras estuviera ahí. No me imagino qué hubiera pasado si yo, con niños a mi cargo en una cabaña y apareciendo en la plantilla de maestros programada, me hubiera topado sin previo aviso con su blanquísima cara ya en el campamento.


La situación me obligó a hablar con el Director. Es obvio que me dio tremendo gusto que alguien de los míos de aquí fuera a conocer tan importante locación en mi vida, pero recuerdo que resultó un poco estresante pedir "vacaciones". De alguna forma conseguí el permiso. Quería pasar un par de días en el campamento para que lo conociera y me conociera ahí, así es que aparte tuve que pedir que nos reservaran un cuarto y otra vez, lo conseguí. No solo un cuarto sino una cabaña entera, pero esa estaría esperando en su momento.



Los planes resultaron. Había que llevar a un grupo de niños paisanos a Toronto justo en la fecha, así que me subí al camión con Keester (monumento de persona y no hablo en términos físicos; excelente amiga y tremendamente genuina, lo que para mí es aplaudible) y viajamos cuatro horas hacia el sur en ese incómodo "Bus" amarillo.



Ya en Toronto, después de la entrega de los que llevábamos, el transporte y mi amiga regresaron al norte para volver al día siguiente por nosotros (si esa fuera nuestra decisión) y otro montón de mexicanos. Yo tenía que planear pero no tanto; había que preguntarle qué quería hacer. Era muy posible que a su llegada, después de más de diez horas de vuelo y la mala vida de Europa en modo mochilazo, no querría moverse en días. Yo esperaba que sí. Tantos años yendo sacramentalmente a ese país y no conocer nada fuera de la residencia estudiantil de Toronto en la que me quedaba cuando no cuadraban horarios de traslado al campamento y mi avión, su aeropuerto, y obviamente el mentadísimo Celtic de mis amores, era una mentada. Así es que, antes o después de visitar el campamento, proyectaba aprovechar esos días para conocer junto con ella. Tenía unas cuatro horas para encontrar hotel acorde a mi presupuesto. Decidí apostarle a que llegaría muerta de cansancio y reservé en el Sheraton del aeropuerto para no tener que trasladarnos. Esa noche por lo menos tenía que estar cómoda y algo lujosa. La verdad es que yo también estaba ávido de bienestar, me emocionaba dormir en cama y no en litera, bañarme en un baño limpio y sin nadie al lado pero sobre todo con agua constantemente caliente, etcétera. No recuerdo si me instalé en la habitación antes o si esperé a que llegara, solo tengo claro que ahí descubrí que mi tarjeta de ahorro era aceptada y podía pagar con ella.


Llegó la hora y yo algo enfadado de estar ahí sin actividad volteaba a la pantalla cada treinta segundos. Por fin apareció la leyenda que anunciaba que el avión estaba en tierra. Me paré nervioso y ansioso. Mientras caminaba hacia la puerta pensaba en lo mal que había hecho un par de semanas antes. Suerte la mía que nadie del campamento se había enterado de mi relajito en el camión amarillo con KS. Todos sospechaban, y es que desde que teníamos doce años y éramos campers nos gustábamos. Todavía tengo un anillo con su nombre grabado y ella mi toalla verde con naranja que cursimente nos intercambiáramos como coqueteo. Año tras año, la última noche de su estancia, la descubrían entre el pedazo de bosque que separa a las cabañas de hombres y mujeres yendo hacia la mía, y se hizo famosa por su insistencia. Solo una vez lo logró. Llegó a despertarme sin importarle que el maestro estuviera también dormido dentro y, a todos incluyendo a este último, les dio risa cómo el mexicano se peinaba sorprendido cuando la sentí sentarse de golpe en mi colchoneta. Apenas alcanzó a reírse con ellos cuando la corrieron por imprudente. Así es que después de todo esto que les narro: qué tan raro sería que el mexicano y su eterno amor norteño, después de tanta cerveza, por fin se faltaran al respeto?


Ya teniendo a la vista la puerta de la cual mi novia iba a salir, la culpa no era tanta. Era la primera y última vez que le haría eso. Lo ordinario e hijoputa que soy ahora ni siquiera se asomaba en aquel tiempo, de hecho hasta la fecha no soy partidario de esas traiciones, ahí me aventuré. Tenía que borrar eso de mi cabeza si no quería ser descubierto. Sacudí la cabeza y busqué distracción. Nunca pensé que el comprar un buqué de flores de cinco dólares casi treinta segundos antes de que saliera con su mochilota en la espalda y una sonrisa de oreja a oreja buscándome, y taparme la cara con él para sorprenderla cuando casi chocamos de frente, la marcaría para siempre. Ya colgados los tacones, me contaron un par de sus amigas lo relevante que fue para ella ese detalle. Nos extrañábamos y me emocionaba mostrar a alguien el Lado B que para mí en ese momento era ese país. Lo que no sabíamos era que esas casi dos semanas juntos era el inicio de nuestra despedida...

7 ago 2007

LA NOTICIA...

Corrían los días de julio de hace seis años. Definitivamente era mi último verano entero ahí. Lo que comenzó como una diversión y después un reto, me empezó a enfermar. Tengo excelentes recuerdos de Canadá y sobre todo del camp Celtic, pero en esos momentos yo ya estaba harto. Cuidar niños, mojarme, pretender saber hacer cosas para enseñarlas, desvelarme, desmañanarme, bañarme incómodo, baños compartidos, cambios de cabaña semanales, etcétera, me tenían hasta el cepillo. Tenía claro que era la última vez en mi vida que estaba ahí para trabajar y nadie de los míos sabía lo que era. Todos oían de mis experiencias cuando regresaba. Con el pasar de los años, mis anécdotas fueron variando. Primero era mi impresión y decepción sobre las instalaciones y mi complicación para comunicarme; después eran mis deseos por volver a vivir la experiencia; de ahí mis ganas de lograr ser parte del Staff y el reto que eso representaba; después las Canadienses que se veían y las Canadienses que lograba me hicieran caso, y así sucedían mis regresos y sobraban las historias que nadie lograba aterrizar. Absolutamente nadie de los que forman y formaban parte de mi vida "real" conocían a ciencia cierta lo que era: cómo olía, cómo se veía, cómo me desenvolvía (recuerdo aprovechar esas escapadas a tierras lejanas para ser como antes no era y que ahora un poco ya lo soy), qué tan frío era el lago, qué tan mala era la comida, qué tan atlético parecía al final de los dos meses, qué tan ridículo me veía cantando canciones en la fogata para todos con mi raro acento, qué tan distintos son los niños, qué tan efectivo era mi sistema semi militarizado con los escuincles de mi cabaña, qué tan desapegada sentimentalmente es la gente de por allá, en fin, a nadie constaba mi escape y el cariño sui generis de los "míos de allá", y a estos últimos tampoco les constaba que los "míos de acá" existieran. Eso significaba un vacío en mi vida. En lo personal me gusta compartir lo que me gusta, mostrarlo, y eso era como dejar incompleta la vivencia y simplemente no me resignaba a ello.

-"Ordinario! Ordinario!!"-
Con el mismo acento que ya llevaba más de un mes escuchando diario a todas horas, alguien gritaba buscándome mientras se llevaba a cabo el juego del día con los niños, el cual implicaba separar al Staff en dos equipos de género al igual que a los campers, cada equipo a su vez separarse en defensiva y ofensiva, y cuya meta es llevar una bandera a un punto medio sin ser tocado por la defensa del contrario, antes de que el otro equipo lo haga.

-"What?" - (que de hecho seguramente se escuchó "juat?")
Grité respondiendo un poco disgustado. De los juegos esos, ese era el que más me gustaba y en el cual la competencia entre el Staff era más entretenida.

-"Phone call"-
Solamente yo gozaba de esos privilegios. Estar lejos de casa tanto tiempo, aunado a mi capacidad de conseguir, y a mi insistente novia en turno que estaba al otro lado del charco viajando con amigas por España, habían hecho que el hijo del dueño del campamento, un niño de once años mas o menos, me hubiera ido a buscar en su bicicleta para llevarme a su casa y contestarle el teléfono a esa que había llamado ya como diez veces y seguramente lo tenía harto...

-"Hola Chaparra, cómo te está yendo?" -

-"Bien Flaco, extrañándote"-
Me sorprendía que esta vez no estuviera llorando.

-"Yo igual"-
...
Palabras más y menos nos pusimos al tanto después de no más de cinco días sin hablar
...
"Ya falta poco para verte Flaquituuuooou!"
El "uuuoouuu" era nuestro código. Todas las parejas tienen alguna ridiculencia de ese tipo, no?

"Ya se, ya tengo ganas de regresar a la casa, estoy cansado"

"Pero está padre allá, no?"
"Padrísimo pero ya tuve suficiente. Cómo me gustaría que conocieras"

"Sí, estaría chingón"
Noté un leve cambio en su tono de voz pero no me alertó para nada.

"Deberías de venir Pequito"
Así le decía "Pequito" surgido de "Puerquito" aludiendo a su nariz y tono de piel, y como le molestó la primera vez que se lo dije, no cesé hasta que lo consintió.

"jajajaja"
"Sí, Cuándo llegas? A qué hora voy por ti al aeropuerto?" (con tono de broma)


... silencio de como diez segundos...

"Hey! Te ando hablando, q traes?"
No tenía mucho tiempo para hablar con ella y que se quedara callada era muy molesto.

"Nada... Cómo supiste?"

3 ago 2007

2,168 (365 x 6, -22)

He de hacer una especie de homenaje. Esa experiencia fue literalmente como volver a nacer. Soy absolutamente distinto desde ese instante donde giré su cuerpo para verle por última vez el rostro y no me quejo. Enorme enseñanza de vida, y como han visto (los que me hacen el favor de darse sus vueltas por aquí) los golpes y experiencias no me dan miedo mientras me enseñen, y siempre estoy abierto a aprender, como sea y lo que sea.

Hasta hoy no tenía tema de qué escribir. No muy claro. Llevo varios días que dedico mis momentos de pensar (generalmente los tengo mientras manejo) a este experimento, y nada o muy poco surge. Después me viene a la mente su recuerdo. No es raro, es más, creo que desde hace seis años que diariamente sucede. Es como pensar en la fuerza superior que me cuida. Para que me entiendan, es como el dios para la mayoría, por lo tanto siempre está en mi cabeza y muchas veces en mi realidad. Pero este recuerdo fue más claro. Como si hablara conmigo y recordáramos juntos. Tal vez es un simple auto-pretexto para obligarme a escribir pero tal vez no. Al final de cuentas han sucedido varias cosas durante estos años que me obligan a ni dudar de esto que les cuento.

Este es el inicio de una especie de remembrancilla de quien, sin querer ese objetivo, me hizo como soy y de quien me despedí hace no mucho, aunque creo que ella aún no. La que Colgó el Tacón, como cimiento de este chango que lo es, me marcó con su partida y, aunque por algún tiempo le reproché la forma, ahora raramente se lo agradezco, pues para ser sincero estoy cómodo con mi realidad y en eso creo que les llevo ventaja a muchos. Se le extraña pero se quiso ir, se quería ir. Llevaba mucho tiempo pensando en escribirle algo el mero día, pero hoy mismo antes de venir a sentarme aquí, no se cómo ni por qué, he decidido empezar con algo más y narrar, en vez de solamente el día de la "colgada", los últimos días que caminamos juntos en este plano. Algo me dicta: revívela. Una sola vez y para siempre, sacarla del cajón, disfrutarla y compartirla.


Este acto de "encueramiento" experiencial que haré a partir de hoy, es dedicado a La Catastrófica, quien tras esta experiencia bloggera ha refrendado esos lazos genéticocariñosos que nos unen y a quien desafortunadamente nunca le he contado este trago amargo y dulce que me atascaron como a gringo en spring break. Por cierto, gracias a ella ahora luciré el logo de THINKING BLOGGER AWARD (fanfarrias!), premio que me otorgara ella misma por considerar este espacio como digno de volver y hacerte pensar (algo así). Aunque no puedo realmente entrar a la dinámica de lo que significa este reconocimiento y las obligaciones que al recibirlo adquiere uno, me pongo el loguito nomás para lucirlo y prometo dedicar los rones de este fin de semana a manera de celebración. Así es que en cuanto a recomendar cinco blogs (como obligación de los premiados), me reservo por que soy tan nuevo en esto que solamente he leído el de mi nominadora y sus amigos, lo que duplicaría premiados si lo hiciera.

Así entonces empezaré ASAP con mi serie de narraciones. Tal vez sean dos, tal vez más. Para ser sincero no se ni qué escribiré a ciencia cierta. Solo se que quiero fluir, recordar y encender motores para lo que sigue: Vaciar la caja donde vive la que Colgó el Tacón...