25 ene 2008

Solo unos segunditos...

Y pues sí. Aún sigo pensando en las imágenes desconocidas. La mayoría de las veces las pienso de motivos taurinos, en blanco y negro, a veces solo veo el espacio blanco, es una interrogante. Quién los tendrá? Existirán todavía? Me habrían gustado?

Salí confundido de la casa, lleno de dudas. Era casi irreal lo que había vivido. Se que suena trillada la expresión pero fue casi como un sueño, parcialmente real y posible y otro tanto extremista y rayando en improbable a suceder según mis usos en turno. La decisión que había tomado viraría la aguja de la brújula que mi vida, la de ella y la nuestra habían tomado; por supuesto nada sería igual. Le aposté al perdedor, ni hablar.

Me encontré con el trío traumado, haciendo tiempo y jugando creo que luchitas, desconociendo el riesgo de vivir la experiencia esta que también les marcaría la vida, aunque nunca lo platican ni lo refieren, al contrario, parece como si lo hubieran olvidado. La risa era el ambiente que prevalecía dentro de ese coche y sus afueras, me dieron tres segundos de respiro.

Abrí la puerta hambriento de esa dosis de relajo que tanto me hacía falta, pero mi saciar fue interrumpido por un grito desesperado. Nunca había escuchado mi nombre con tanta emergencia, un tono ahogado y casi irreconocible que me hizo buscar su origen con la misma premura, anticipando por supuesto lo que venía. Callado recibí el primer madrazo de culpa, de golpe entró por la parte más alta de mi cabeza y me convertí en el Ordinario que nunca he vuelto a sentir, el más valiente que ha pasado por estos huesos.

La Gritona apenas asomaba la cabeza. Pálida y clavando sus ojos en los míos, parecía como si esperara de mi boca una buena noticia, un "no te preocupes, yo lo soluciono" o algo por el estilo. Atrás de ella todas las demás se refugiaban, tres o cuatro pares de ojos expectantes era el paisaje de ese cuarto.

Pasé sin pensar entre ellas. Ahora que me encuentro hurgando en la memoria reprimida, siento que el traslado a mi destino fue inmediato. Seguramente no sentí lo mismo en ese momento, tal vez: voltear, bajar el pie que ya llevaba arriba del coche, cruzar la banqueta y la cochera, ver y sentir los ojos de ellas, rodear la mesa de la cocina para superarla, atravesar el cuarto inmaculado, cruzar el cuarto de televisión y encontrarme con el espacio negro,resguardado por la puerta a medio cerrar, fueron treinta segunditos muy pero muy largos.

"Qué hacemos?" "No mames!" "Se escuchó que se rompió un vidrio" "No nos dimos cuenta", llantos, pasos apresurados y creo que hasta rezos, era lo que conformaba el rumor perceptible a mis oídos.

Algunas eran respuestas a cuestionamientos que aventaba en mi camino y dejaba como estela en mi paso; algunas eran simples reflexiones, ideas y sonidos de pánico; es posible incluso que algo del murmullo era propio e interno, no sabía ni quería distinguir, no importaba lo que dijera el cabús de voces que acechaban mis sentidos. Era mi responsabilidad. Yo era quien debía de abrir esa puerta y entrar al abismo que me esperaba para enfrentarlo. Además quería hacerlo, se trataba de La que Colgó el Tacón, de la única pareja significativa de mi vida hasta ese momento. Todavía hasta ese momento, cuando me planté de frente al monstruo que significaba esa puerta, esa que dejaba asomar el negro inmenso que no podría decir si estaba evitando que se cerrara o lo contrario, tenía intermitentes esperanzas optimistas. Pero era el olor lo que traía de vuelta a las imágenes fatalistas que eran obviamente más intensas y reales. No había duda... olía a pólvora, pólvora quemada... nos llevó la chingada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

leo y re leo, tus palabras escritas me resuenan temblorosas en mi imaginación, supongo el derrumbe interno sucediendose sin apenas darte cuenta y te imagino de pie frente a ese espacio negro, a el de entonces y al que estas iluminando ahora, que sé te resulta doloroso;hoy solo puedo decirte, que te mando un abrazo fuerte de compañia y respeto con todo mi cariño, anonimamente yo

Chilanga Catastrófica dijo...

La piel se me pone de gallina y me dan ganas de tener una lámpara de esas con Genios adentro para poderle pedir que este relato no fuera más que un mal sueño o una buena novela y nada más.
TE QUIERO Y TE EXTRAÑO.